Un Click Por Tu Voz
Por Bárbara Arredondo Ayala
Cuando tenía 16 años salió un website que se llama Hot or Not donde aparecía la foto de un hombre o mujer y con un solo click decidías si esa persona era guapa. Era una dinámica de fondo muy medieval, thumbs up o thumbs down para aprobar la belleza de los demás. Cualquier persona era libre de subir su foto al sitio, básicamente, este era el Instagram de la prehistoria.
Con cada click a través del tiempo hemos sido responsables de crear una cultura donde una y otra vez entregamos nuestro poder, silenciamos nuestra voz a cambio de la aprobación. Calladita, te ves más bonita. Click. Sonríe, sigue la luz, pide unos waffles que no vas a comer pero se ven lindos en la foto. Basamos el lugar que ocupamos en el mundo en como los demás perciben nuestro exterior. Vamos a todo tipo de terapia pero no modificamos nuestras acciones. Invertimos gran parte de nuestro tiempo en cómo nos vemos, pero muy poco en cómo nos sentimos, qué pensamos, en desarrollar argumentos para opinar sobre algún tema y expresar por qué estamos de acuerdo o no. Caminamos y pensamos en círculos.
En México, usualmente nadie quiere ser la persona elegida hasta el final para formar parte de algún equipo en la clase de deportes, nadie quiere ser la última en tener pareja para un evento, nadie quiere ser la soltera. Así vivimos con la presión social de la posibilidad de ser nadie, de ser la única y la última; ser nadie porque no te eligen, porque debes estar con alguien, te debes ver perfecta y si estás sola estás incompleta, rota. Nuestra interpretación de belleza se distorsiona constantemente y en parte se debe a la cultura de telenovelas, machismo y las letras que inconscientemente coreamos reggeatón y están cargadas con violencia. Deseamos tanto ser y estar perfectas que hoy ocupamos el tercer lugar en cirugías plásticas a nivel mundial.
Vivimos en uno de los peores países para ser mujer. 11 mujeres son asesinadas día con día, el 40% de los casos los cometen sus parejas. Hoy 11 niñas y mujeres no llegarán a sus casas o serán asesinadas ahí mismo. Sus familiares harán todo lo posible por buscar justicia y hasta que no nos suceda a alguna de nuestra mujeres cercanas despertaremos más. ¿Qué más tiene que suceder para empatizar con ellas? Quizás, si sumamos nuestra voz a las de ellas, nuestro grito retumbaría hasta la Patagonia pero jamás lo sabremos si dejamos pasar la oportunidad de levantar nuestra voz junto con la de ellas. El internet y las redes sociales pueden ser la herramienta más poderosa que hoy tiene la humanidad.
Un click, compartir la imagen de una niña o mujer desaparecida, compartir un post o una historia de alguna injusticia o abuso en contra de una mujer, escuchar la historia de las madres de desaparecidxs. Repitamos el número, son 11 mujeres, repitamos esta cifra las veces que sea necesario hasta que hagamos lo imposible para que esto deje de ser una realidad. Visibilizar las historias de las mujeres y niñas que hoy no están con nosotras, hablar del machismo por lo que es y comprometernos a hacer algo para poner un alto a esta violencia.
Nuestro bienestar, salud física y mental y paz interior depende de nosotras. Nuestra seguridad también. Nadie puede dar click a lo intangible, a lo que no se ve. Hoy se ve el dolor en la ausencia diaria de 11 mujeres y niñas. Hoy con un click podemos cultivarnos, amplificar las voces de todas aquellas mujeres que han sufrido de algún abuso o injusticia. Activarse y generar los cambios necesarios para transformar esta sociedad.
Ahí está nuestro poder. Ahí se encuentra nuestra belleza.
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