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Tu Piel Y Tu Ciclo: Cuídala En Cada Fase

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Así como tu energía y tu estado de ánimo cambian a lo largo del mes, tu piel también pasa por altibajos hormonales. Identificar en qué etapa del ciclo estás y ajustar pequeños detalles en tu rutina puede hacer toda la diferencia para mantenerla equilibrada, luminosa y libre de sorpresas.


Fase Menstrual (Días 1-5)

Aquí es cuando los niveles de estrógeno y progesterona están en su punto más bajo, y tu piel puede sentirse más sensible, apagada o un poco reseca. La clave es apapacharla: limpiadores suaves que no alteren su barrera, hidratantes ligeros pero nutritivos y cero exfoliantes agresivos. Piensa en esta fase como un momento de descanso para tu piel, donde lo importante es protegerla y reconfortarla.


Fase Folicular (Días 6-13)

Tus hormonas empiezan a subir, la energía regresa y tu piel lo refleja: se ve más luminosa, elástica y receptiva a activos. Este es el momento perfecto para introducir vitamina C, retinol suave o exfoliantes químicos ligeros. Tu piel está más tolerante y lista para trabajar en objetivos como manchas, textura o firmeza. Es una fase donde puedes ser un poquito más ambiciosa con tu rutina y ver grandes resultados.


Fase Ovulatoria (Días 14-16)

Estás en tu punto más equilibrado hormonalmente y tu piel vive su momento más glowy. Mantén tu rutina con antioxidantes, protector solar y activos que cuiden esa luz natural. También es una fase ideal para probar nuevos productos, agendar un facial o darle un boost con tu tratamiento estrella. Aprovecha este glow natural y sácale todo el partido.


Fase Lútea (Días 17-28)

Empieza a subir la progesterona, lo que puede traducirse en piel más propensa a la oleosidad, poros más visibles o granitos hormonales. Aquí lo mejor es regresar a una rutina sencilla pero efectiva: productos que ayuden a equilibrar el exceso de sebo, tratamientos puntuales para brotes y texturas ligeras que no saturen la piel. Y ojo, también es momento de cuidar el estrés y la alimentación, porque todo suma en cómo se ve tu piel.


Al final, tu piel tiene su propio ritmo, y aprender a escucharlo es una forma de autocuidado que se siente tan bien como se ve. No se trata de reinventar tu tocador cuatro veces al mes, sino de hacer pequeños ajustes estratégicos para que tu piel esté siempre en su mejor versión, sin importar el día del ciclo en el que estés.

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