top of page
  • Foto del escritorRodrigo Ortiz Fernandez

#RunPaolaRun: El Tributo

Hola Beauties,

Hoy, a un mes de su partida, quiero hacer un tributo / homenaje al mejor corredor/deportista de todos los tiempos: mi papá. Este señor que logró inspirar a tantos en todos los ámbitos. Este señor que nunca nos forzó a nada, pero que con el puro ejemplo nos motivó a tener mucha disciplina y hacer las cosas con gusto. Este señor que nos enseñó que no hay nada mejor que un balance de vida, estar bien en todos los rubros, que siempre hay que mejorar y que siempre siempre hay que dar todo en todo lo que hacemos. Este señor que para mi gustó se me fue demasiadopronto. Te extraño demasiado.

Recuerdo que cuando estábamos chicos no había mejor plan que irte a ver a las carreras o competencias con mi mamá, para después ir los 5 a desayunar a Sanborn’s y luego comprarnos un libro o un comic (de Archie en mi caso). Recuerdo aquella vez que fuimos a echarte porras a un triatlón y que tuvimos que ir a recogerte al hospital porque te habías encajado un vidrio de por lo menos 5 cms en la planta del pie. Recuerdo que era lo máximo ir a esos viajes con tus amigos “correcaminos” y como nos creíamos mucho cuando nos subías contigo a los podiums.

Recuerdo años después esa llamada de mi mamá un sábado para decirnos que habías tenido un accidente en la bici y que estabas en el hospital.

Copiando la redacción que salió en Runner’s World en Junio 2011, escrito por Rubén Romero:

Un compacto grupo de ciclistas rodaba a poco más de 50 kilometros por hora impulsado por el decenso con el que inicia en su extremo norte la avenida Gomez Morín, en el municipio de San Pedro, en Nuevo Léon, cuando Rosendo perdió el control de su bicicleta para impactarse contra la protección de acero instalada al lado de la avenida para evitar que los carros se desplomen en una hondonada de más de 10 metros. “Voltée a ver a uno de mis compañeros”, comentó Rosendo para Runner’s World México, “y al regresar mi vista hacia la cerretera había unas piedras que traté de esquivar, pero eso me hizo perder el equilibrio y roce con la protección de acero, en la que se trabó mi bicicleta y me lanzó hacia el frente, lo que hizo que mi cara pegara contra el filo de la protección, a pesar de que usaba casco y lentes”, agrega.

Rosendo Cuéllar tenía 53 años al ocurrir el percance, en verano del 2004. Antes de eso había corrido 12 maratones, entre ellos el de Pittsburgh, Houston y Munich. En el de Dallas había registrado su récord personal de 3 horas 13 minutos, nada malo para la agenda de un ejecutivo de alto nivel que había ocupado la dirección de operaciones en algunas de las empresas más importantes de Monterrey.

Recuerdo como después de ese accidente te admiré aun más porque a pesar de que las operaciones duraron más de un año,  lo enfrentaste con el humor que siempre te caracterizó y con una actitud envidiable ante la vida. En esta época fue cuando desarrollaste el don que tenías para la escultura, es que de plano todo te salía bien. Recuerdo que no podías estarte quieto. Los domingos eran tu peor día de la semana porque no había mucho que hacer y nada más andabas inventando que hacer (¿vamos a Costco?). Recuerdo como fuiste a echarme porras a mi primer 10K del San Agustín, por que yo quería ver que era eso que te gustaba tanto. Me dijiste que si ya había corrido un 10K podría correr un medio maratón y después un maratón sin problema. Recuerdo que después de que mi hermano y yo corrimos nuestro primer maratón, en una plática de comedor (las mejores donde aprendíamos, filosofábamos y nos reíamos a carcajadas) te dijimos que por qué no te inscribías con nosotros a Berlín. Y todavía nos preguntaste que sí creíamos que lo fueras a sacar después del accidente.

Ese maratón lo recuerdo como ningún otro. Las comida en el Cookies & Cream y la hamburguesa con cerveza en el WhiteTrash. Como fuimos disfrazados a la carrera previa al día del maratón y como el mero día nos llovió todo el trayecto. Mientras corríamos me decías: “Creo que ya se va a quitar la lluvia” y traaaazzz otro chubasco.

En un momento en el maratón nos separamos porque tu traías muy buen ritmo y yo te estaba frenando y sabíamos que podías calificar a Boston.  Aún así, sé que siempre ibas conmigo por acompañarme, porque realmente podías ir muchos metros más adelante….. ¡¡¡Gracias!!!!

Cuando llegué a la meta fui a buscarte para ver qué había pasado, si habías calificado o no. Cuando nos vimos inmediatamente supe que lo habías logrado y todos empezamos a llorar. Y ni se diga cuando te llegó la confirmación a Boston, el fiestón, y como lamenté no poder acompañarte esa primera vez porque recién me había mudado a CDMX en el 2011. Claro que tu segundo Boston en el 2012 no me lo perdí. Fue un viaje espectacular con mis hermanos y a pesar del calor corriste con todo. Aquí ya sabías de la enfermedad y en ningún momento dejaste que te frenara.

Luego te volviste Aquaman y descubriste tu nueva pasión. Pasabas horas nadando a las 5-6am. Te encantaba ¿Vamos a una competencia de Open Water Swimming? ¡VAMOS! No había manera de que te pudiera decir que no a algo, siempre quería estar contigo, era super divertido. Me acuerdo de nuestro hotelito de Bacalar, como nos reímos por años de cuando lo vimos y entramos al cuarto, pero no importaba porque sabíamos que iba a ser “our story”, nuestra historia de baño de pueblo. ¡Ah! y claro, el año siguiente que regresamos a competir a Bacalar OBVIO nos quedamos en el mismo hotelito porque era parte de la aventura y del folklor de la competencia.

Cuando empezaba a correr me acuerdo que a mitad de la carrera me tenías que parar para abrocharme las agujetas “¡Ay mamita! ¡Tanto que gaste en tu educación para que no sepas abrocharte las agujetas! Jajaja”. Como me sentía como pavo real cada vez que ganabas pódium, #MyDaddyIsBetterThanYours. Cuando corriendo el medio maratón de San Antonio se nos atravesó el tren ¿Te acuerdas el año pasado como me marcaste llorando porque yo había corrido POR FIN debajo de 4 horas? Aparentemente el llorar es lo nuestro, como cuando me fuiste a visitar a los 13 años que estudiaba en Irlanda y fuimos a ver Annie al teatro y salimos todos hinchados de tanto llorar (esa canción Tomorrow siempre hacía de las suyas). Como cuando te dije al final del día de tu cumpleaños 70 este pasado 20 de Agosto que había sido el día más feliz de mi vida, y tu  te me quedaste viendo con cara de ¿por qué te robas mi día? Así somos: Mamá se roba mi cumpleaños y yo me robo el tuyo. Nunca olvidaré la cantidad de gente que pasó a verte para felicitarte, la suerte que tuvimos de celebrar misa en casa, en familia. Como aguantaste todo el tiempo feliz, bromeando, alegre. Con tus amigos que eran tu familia y como te alegraste de ver “viejas amistades”.

No sabes la cantidad de gente que durante estos últimos días nos dijeron como los marcaste. Personas diciendo que eran lo que son por ti. A tantos que motivaste a correr, y que nunca te lo dijeron. Pero que gracias a ti habían logrado correr hasta 12 maratones. Como organizabas los long runs y ponías carpas de Gamesa para poner las aguas y snacks. Dicen que les contagiabas las ganas de correr porque siempre estabas muy contento y energético.

Voy a extrañarte como no tienes una idea. El llamarte inmediatamente terminando una carrera para platicarte el resultado o saliendo de alguna junta importante de trabajo. El que compartieras en todos tus chats mis artículos de Beautyjunkies porque para ti eran perfectos. El que me dijeras enfrente de mis hermanos que yo era la consentida y luego voltear a verlos y guiñarles un ojo. Nuestras llamadas donde siempre me enseñaste algo nuevo. Mi favorita últimamente eran las clases de etimologías, nunca se me quedó nada, nos faltaron varias lecciones. Extrañaré nuestros viajes que desde chiquitos nos enseñaste a disfrutar. Siempre consistían en caminar por horas, comer, beber y las clásicas fotos en los murales llenos de posters de algún concierto o de alguna manifestación. En esos viajes siempre había una aventura, desde perdernos en un bosque o que se descompusiera el carro en un pueblo que no tenía nada más que un bar de mala muerte hasta escuchar como por 4 horas el mismo CD de Lola Flores (para sentirnos muy locales en España). Voy a extrañar tus consejos para EVERY SINGLE THING porque yo no daba paso sin huarache, aunque ahora que lo pienso bien siempre dejabas que nosotros llegáramos a nuestras propias conclusiones. Fuiste mi life coach escondido en el cuerpo de un papá. Voy a extrañar que cuando alguien me pida un consejo, poder decirles: “Si quieres habla con mi papá, seguro el te puede aconsejar”, siempre delegando para arriba.

Voy a extrañar muchísimo tus bromas (cuando le dijiste al mesero de los Arbolitos que preguntara si había alguien de Cajeme, Sonora porque nos podían hacer un descuento, y yo toda orgullosa grité: ¡¡YO!! ¡Yo nací Cajeme!….. TERNURITA). Como hacías llorar de la risa a mamá y como repetías los mismos chistes desde que estábamos chiquitos (y nos seguían dando mucha risa).

“Mamita, ¿Bailamos?”. Por años platicamos de nuestro tatuaje que nunca nos pusimos, en una de esas me lo pongo yo por los dos. Mamá si estás leyendo esto es broma #nocierto #sicierto. Voy a extrañar que me digas que me peine (de las pocas cosas que nunca lograste en tu vida, aunque se que en el fondo te encantaba). Recibir tus mensajes y mails cortos, porque siempre ibas al grano y no te andabas con rollos. No necesitaba más que un mensaje que dijera: “Mamita, te quiere Papá Ross” para sacarme una sonrisa de oreja a oreja. Y poder saber con solo una mirada o un apretón de manos que algo nos estaba dando risa (o nos estábamos burlando de algo) pero teníamos que guardar la compostura.

Simplemente te voy a extrañar todos los días de mi vida.

Un abrazo, papá. 

Paola Cuellar

Imagen destacada vía: Dolce & Gabbana

BANNER BONITA 2.jpg
bottom of page