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  • Foto del escritorRodrigo Ortiz Fernandez

#RunPaolaRun:  Berlin, Ich liebe dich!

Dos semanas ya desde que corrimos Berlín. Dos semanas que parecen meses.  No puedo más que pensar en todo lo que quiero a esa ciudad y su maratón, y todo lo que significa para mi. 

Un día después del horrible sismo del 19 de Septiembre, con el corazón aún roto por un sentimiento de angustia y culpabilidad por no poder ayudar físicamente como me correspondía como mexicana y como “chilanga” por decisión, partimos hacia Berlín.  

Para mi este era el segundo maratón y el primero que corrí en familia (con mi hermano y con mi papá). En el que desde un día antes del evento en la famosa carrera de las naciones empiezas a sentir esa hermandad entre los diferentes países mientras entras por el túnel al estadio Olímpico, el mismo estadio en donde Jesse Owens desafió a los Nazis (sii no conocen su historia por favor terminando de leer esto googleenlo o busquen la película The Race en Netflix); en el que terminando de correr te tomas la mejor cerveza que has probado en tu vida y claro, en el que mi papá logró calificar a su primer Boston.  Mejorar esto… ¡imposible!

De la revista Runner’s World de Junio 2011:

“Crucé el medio maratón un minuto debajo de las dos horas por lo que me di cuenta que la posibilidad de clasificar seguía viva.  Más adelante al pasar por el kilómetro 35, hice mis cálculos y concluí que el objetivo estaba en mi alcance.  En ese momento apreté el paso, adelantándome poco a Paola, con el único pensamiento en mi mente de llegar a la meta antes de las cuatro horas, aparte de la lluvia, la puerta de Brandeburgo me jugó broma de ultimo minuto.  Al ver la Puerta a la distancia pensé que allí estaba la meta y cerré los últimos 300 o 400 metros con todo lo que me quedaba, pero mi sorpresa fue que al llegar a ella faltaban todavía 300 metros para la meta verdadera… fueron los 300 metros más pesados que he corrido jamás, sobre todo porque pensaba que ya había logrado mi objetivo, pero aún faltaba esa parte del maratón.  Mi tiempo fue 4:00:05, cinco segundos más arriba del límite para mi edad, pero sabía que el reglamento de clasificación de Boston otorga un margen de 59 segundos por arriba de cada marca, por lo que mi objetivo se había cumplido. Rosendo había cronometrado 3:34:00 y nos estaba esperando en la meta, Paola cronometró 4:01:43, por lo que muy poco tiempo después que yo termine estábamos juntos los tres.  Recuerdo mucho la llegada de Paola, con quien me unen lazos y sentimientos muy fuertes, totalmente empapada por la lluvia, y llorando con una emoción tan intensa, que nos contagió a los tres sin poder controlarla.  Sabíamos bien lo que significaba mi llegada a la meta, y la llamada a Monterrey no se hizo esperar.  Fue un momento muy emotivo para todos nosotros como familia.  Y en ese momento empezó mi camino al maratón de Boston.”

Con todas esas expectativas, difíciles de superar, llegué de nuevo a Berlín.  Acompañada por mi hermano de nuevo y en esta ocasión por mi familia Monkey.  

El sábado previo al maratón, mi hermano y yo quisimos volver a vivir la experiencia de la carrera de las naciones (ahora llamada Breakfast Run) donde ahora, al estar apenas a unos días de la tragedia del sismo, la emoción y el apoyo hacia México fue aún mayor.  El ver a todos los mexicanos cargando con la bandera y el escuchar el grito de “¡MÉXICO, MÉXICO, MEXICO!” por gente de todas las nacionalidades, es algo que inmediatamente me puso la piel chinita e hizo que se me llenaran los ojos de lágrimas, además de que dar la vuelta olímpica en ese estadio acompañada de miles de personas hace que sientas la vibra de la historia del deporte (y política un poco).

Domingo 24 de Septiembre.  Por fin se llegó el día, repitiendo la historia de hace 7 años. Con lluvia constante, nos encontramos todos para encaminarnos hacia la salida, todos felices sin poder dejar de sonreír.  Sonrisa que prometo no quité en ninguno de los 42 kms.  Entre la búsqueda del guardarropa me separé de los Monkey pero pude salir con mi hermano, quien consumido por la emoción previa al maratón decidió, un día antes, si usar su inscripción y correrlo sin haber entrenado (DO NOT TRY THIS AT HOME) y con Luigi quien tenía, al igual que yo, el objetivo de romper la barrera de las 4 horas.  

Arrancamos y no tengo más que decir… ¡QUÉ GRAN MARATÓN!  ¡Qué gran ambiente, qué gran ciudad, qué gran sentimiento!  Cuatro horas para pensar en lo afortunada que era por estar ahí, en estar sana, en poder correr con gente que quiero tanto.  Cuatro horas para recordar conversaciones de esos 35km de hace 7 años.  Cuatro horas para escuchar desde ópera, música de Disney, rap y reggaetón.  Cuatro horas para pensar que les iba a platicar en el artículo de este mes y se me olvidó al día siguiente.  Cuatro horas que sentía las buenas vibras de la gente que me estaba siguiendo desde México.  Cuatro horas de sonrisa continua.

Llegué a la meta.  4:02:17.  No se cumplió el #breaking4, pero se cumplió el octavo maratón.  Me encuentro primero con mi familia Monkey.  Qué felicidad ver a Violeta y a Cynthia terminar su primer maratón.  Qué felicidad ver a Dalia, Duilio, Pablo, Javi, Santi romper sus PR’s.  Que felicidad ver a Octavio y a Marco, quienes ya tenían algún chiste preparado a pesar de que morían de frío porque yo tenía su ropa (pero se veían muy guapos en sus ponchos).  Qué felicidad ver a Karina, mi roomie y principal motivadora durante los meses de entrenamiento, quien sonreía, agradecía y tomaba cerveza con el positivismo que siempre la caracteriza.  Qué felicidad ver a Chío, quien nos dio a entender que nunca hay que perderle el respeto al maratón.  Qué felicidad ver a Pia quien dio todo previo al maratón para recuperarse y poder #beatberlin42.  Qué felicidad ver a Sandy y a Ale, nuestras corredoras más rápidas y de quienes quisiera tener la mitad de disciplina (y toda la técnica).  Qué felicidad ver a las porristas Nuria y Dino, quienes también corrieron y pasaron frío.  Qué felicidad ver a nuestro coach Erick, siempre paciente con el comentario adecuado. Qué felicidad pertenecer a esta gran familia.  Qué felicidad leer los mensajes de motivación que me mandaron mi familia y mis amigos.  Finalmente me topo con mi hermano, partner in crime de esta locura de los maratones, con quien he corrido 7 de mis 8 y quien terminó en un tiempo envidiable para no haber corrido en casi 2 años (OBVIO estaba sentenciado que no me podía ganar).  ¡QUÉ FELICIDAD!

Una vez más Berlín logró cubrir mis expectativas.  No me queda más que decir: Berlin, Danke Schön, Ich liebe dich!  Y vamos por el noveno y por ese %$#&(&$ #breaking4.

Imagen destacada vía: Sportravel 

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